¿Podrá un dispositivo artificial igualar a la inteligencia del cerebro humano?

 ¿Podrá un dispositivo artificial igualar a la inteligencia del cerebro humano?

El avance constante de la inteligencia artificial continúa asombrando a la sociedad con nuevas posibilidades y desarrollos. En el ámbito de la Materia gris, se destaca la creación de algoritmos capaces de analizar neuroimágenes y datos genéticos y fisiológicos para identificar marcadores biológicos que predicen con precisión el desarrollo de enfermedades neurológicas y mentales, como el alzhéimer. Este enfoque ofrece prometedores horizontes para mejorar tratamientos contra la neurodegeneración.

Entre estos avances, figura el conocido ChatGPT (Chat Generative Pre-trained Transformer), un consultorio informático que ha ganado popularidad al proporcionar respuestas a una variedad de consultas, desde redacción de informes jurídicos hasta solución de problemas emocionales. Sin embargo, el éxito del ChatGPT, con más de 100 millones de usuarios en todo el mundo, ha generado críticas dirigidas a OpenAI, la empresa detrás de su creación. Estas críticas abordan desde la copia de información en internet hasta el potencial uso malicioso de la tecnología, situando al ChatGPT en el centro de debates éticos y morales.

A medida que se vislumbran nuevas versiones más potentes, como el ChatGPT-turbo, surge la interrogante sobre si la inteligencia artificial está destinada a reemplazar o incluso superar diversas actividades humanas, incluyendo aquellas relacionadas con el ingenio y la creatividad. Sin embargo, este progreso no está exento de cuestionamientos, y se plantea la incertidumbre sobre si la inteligencia artificial puede realmente igualar, o incluso superar, la capacidad del cerebro humano.

La complejidad del cerebro humano, compuesto por 85.000 millones de interconectadas neuronas y unas 10¹⁴ sinapsis, plantea desafíos significativos para la inteligencia artificial. A pesar de los avances en la obtención de datos anatómicos, fisiológicos y genéticos, así como en la comprensión del conectoma estructural, que describe la conexión entre las neuronas, aún estamos lejos de comprender completamente su funcionamiento.

Expertos como Viren Jain, especialista en computación y ciencia cognitiva, cuestionan si las máquinas de aprendizaje pueden construir modelos precisos que simulen la actividad cerebral, dada la limitada comprensión de los detallados mapas anatómicos y funcionales del cerebro. Aunque se ha avanzado en la simulación de datos mediante programas de inteligencia artificial, persiste la incertidumbre sobre la capacidad de estos sistemas para capturar con precisión la complejidad de los sistemas biológicos.

Además, la construcción artificial de un órgano tan complejo como el cerebro humano plantea dudas sobre la posibilidad de replicar sus capacidades emergentes, como la consciencia fenomenológica. La discusión sobre si la inteligencia artificial podría igualar o superar a su creador sigue siendo un tema apasionante y continuará siendo motivo de debate en el futuro, aunque actualmente parece una meta distante.