La Inteligencia Artificial: ¿fuente de esperanza o amenaza inminente?

 La Inteligencia Artificial: ¿fuente de esperanza o amenaza inminente?

La inteligencia artificial (IA), conocida como AI en inglés, se presenta como una dualidad de esperanza y amenaza, según la perspectiva de quienes la analizan. Un vistazo a la reciente historia del debate en la cumbre tecnológica mundial nos sumerge en un tema que impactará las vidas de millones de personas.

Entre los optimistas se encuentran aquellos que han abogado por el progreso tecnológico, negando las consecuencias negativas o minimizándolas. Otros, aunque admiten los desafíos, restan importancia a sus impactos.

Los cambios recientes en la élite que lidera el desarrollo de la tecnología son significativos y deben tomarse en serio. El surgimiento de ChatGPT de Microsoft, una forma de «inteligencia artificial generativa», permite realizar solicitudes al bot para generar contenido como cartas, ensayos, trabajos académicos, combinaciones de voz, texto e imágenes para crear noticias falsas o experiencias visuales. Esta capacidad plantea desafíos en ámbitos como exámenes académicos, comunicación en redes y empleos susceptibles de ser automatizados.

El debate sobre la IA va más allá de los daños colaterales típicos de la industrialización pasada. Ahora se suma al proceso de robotización industrial, afectando desde tareas semi-calificadas hasta aquellas más especializadas, como la creación artística y la programación menos compleja.

El siguiente paso en el desarrollo de la IA es la Inteligencia Artificial General o Super-AI, iniciada por Google en 2015 sin límites éticos. Esta tecnología, con el potencial de reemplazar millones de empleos calificados, plantea la posibilidad de automatizar numerosos procesos de creación y producción de conocimiento, gestión y control. Ante la preocupación de un posible monopolio de la tecnología, Elon Musk propuso OpenAI, una entidad sin fines de lucro que compitiera con Google y desarrollara ChatGPT.

Sin embargo, en 2018, Musk retiró 1.000 millones de dólares de apoyo, acusando a OpenAI de convertirse en subsidiaria de Microsoft y rompiendo un acuerdo de intercambio de datos con Twitter (ahora X) que lidera. La lucha de poder en OpenAI en noviembre pasado involucró a Microsoft, que ahora ofrece ChatGPT4 en Windows, Bing y programas de Office 365, amenazando la supremacía de Google como motor de búsqueda.

En marzo de 2023, Musk y más de mil expertos pidieron una moratoria de seis meses en el desarrollo de la IA. En mayo de 2023, Altman declaró ante el Congreso de EE. UU. su esfuerzo por minimizar los impactos del aterrizaje de la SuperAI. Sin embargo, Altman fue despedido del Directorio de OpenAI, y en pocos días, recaló en Microsoft con 700 de los 770 técnicos de OpenAI.

La pregunta clave es si una empresa tecnológica líder puede asimilar tan rápidamente a la institución líder, ¿puede confiarse en que su desarrollo será «poco doloroso» para la humanidad? Además, surge la duda sobre si los gobiernos o entidades supranacionales podrán limitar el sufrimiento que sus propios avances tecnológicos podrían causar, como la pérdida de empleos frente a la automatización. Por ahora, las iniciativas de protección de datos personales son las únicas medidas concretas en un escenario donde la IA podría superar todas las claves de acceso existentes.