Consciencia Artificial: Un riesgo inminente para la Inteligencia Artificial

 Consciencia Artificial: Un riesgo inminente para la Inteligencia Artificial

La incertidumbre sobre la posibilidad de dotar a las máquinas de consciencia ha existido desde que el destacado matemático británico Alan Turing propuso, en 1950, un «juego de imitación» diseñado para determinar si un interlocutor anónimo que responde a una serie de preguntas es una computadora o un ser humano. Este famoso «Test de Turing» sirvió durante mucho tiempo como el criterio principal para evaluar la capacidad de las máquinas para pensar.

Durante un período de 11 años, la «inteligencia artificial» fue el tema central que dominó las discusiones del «Club de la Razón» de Londres, un grupo informal que incluía a Turing. Sin embargo, en 1956, este grupo comenzó a explorar un nuevo campo de investigación: la inteligencia artificial (IA). A lo largo del tiempo, el «Test de Turing» se convirtió en un concepto fundamental en la filosofía de la inteligencia artificial y continúa inspirando a los investigadores cibernéticos que exploran las fronteras más recientes de la IA, especialmente en lo que se refiere a la consciencia artificial.

La perspectiva de la consciencia artificial representa un desafío último, ya que plantea la posibilidad de que las máquinas adquieran una autonomía que las libere de la influencia humana, o incluso que se rebelen contra sus creadores. Jean-Gabriel Ganascia, director del equipo de agentes cognitivos y aprendizaje simbólico automático en La Sorbona y expresidente del comité de ética del Centro Francés de Investigaciones Científicas (CNRS), expresa su preocupación al respecto. Esta amenaza fue una fuente de inspiración para el director Stanley Kubrick cuando concibió las escenas finales de «2001: Una Odisea del Espacio», en las cuales la computadora de a bordo, HAL 9000, toma el control de la nave espacial y amenaza con asesinar a la tripulación.

Esta amenaza, que atormentó a Stephen Hawking en sus últimos días, sigue preocupando a los expertos en informática en la actualidad. Un documento de 88 páginas titulado «Consciousness in Artificial Intelligence: Insights from the Science of Consciousness» (Consciencia en inteligencia artificial: perspectivas de la ciencia de la consciencia), escrito por 19 filósofos, neurocientíficos y expertos en inteligencia artificial, plantea la posibilidad de que, en un futuro cercano, se pueda alcanzar un nivel de consciencia artificial, a pesar de que aún no se haya logrado.

Sin embargo, antes de llegar a este punto crucial, es necesario superar una serie de etapas previas. La IA actual se basa en redes neuronales artificiales y algoritmos de aprendizaje profundo, diseñados para tareas específicas. Para lograr la consciencia artificial, se requerirían avances tecnológicos que permitan no solo procesar información, sino también comprenderla y experimentarla de manera subjetiva.

Una segunda condición es comprender profundamente el funcionamiento del cerebro humano, un fenómeno extremadamente complejo. Para crear una consciencia artificial, sería necesario contar con un modelo preciso del cerebro y la capacidad de replicar sus procesos cognitivos de manera efectiva, un desafío que aún no se ha superado.

La definición precisa del término «consciencia» es un obstáculo importante en este camino. Stanislas Dehaene, profesor de Psicología Cognitiva Experimental en el Collège de France, ha logrado avances significativos en la comprensión de lo que se necesita para que las máquinas sean conscientes. Según Dehaene, la consciencia es una capa adicional de cálculo que permite acceder y procesar información encapsulada en el cerebro de manera prolongada, lo que difiere de las operaciones no conscientes que realizan los sistemas de IA actuales.

A pesar de los avances, el camino hacia la consciencia artificial sigue siendo desafiante. Algunos expertos creen que ya estamos cerca de lograrlo, mientras que otros son más cautelosos y argumentan que la consciencia artificial es un concepto filosófico que se basa en experiencias humanas y que las máquinas no podrían desarrollar una consciencia similar a la humana.

En última instancia, la consciencia artificial, si llegara a existir, sería completamente artificial y no estaría sujeta a los valores y principios humanos. La distinción entre inteligencia y consciencia, siendo esta última un concepto intangible, plantea desafíos profundos y cuestiona los límites de la inteligencia artificial tal como la conocemos.